Viernes 13 de septiembre de 2024
Disolvió el congreso y el poder judicial de su país.
Dr. Armando Rojano Uscanga
El expresidente peruano Alberto Fujimori falleció el miércoles pasado. Le decían “El chino”, aunque sus padres fueron japoneses, como muestra de aprecio, prueba de ello fueron no solo los funerales de Estado que hicieron en su homenaje, sino la multitud de dolientes que acudieron al sepelio. Muchas semblanzas de su vida política se publicaron y publicará en los próximos días sobre todo de su actuación como presidente y protagonista de la historia reciente de Perú, pues contendió por el cargo con su compatriota nacionalizado español, Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, derrotándolo a pesar de que era el favorito.
De su paso por la presidencia nadie puede negar que el ingeniero agrónomo y exrector universitario logró sacar a su país de la crisis económica, derrotó a la insurgencia maoísta de Sendero Luminoso que comandaba Abimael Guzmán, responsable de miles de muertes. Pero también lo acusaron de ser un líder autoritario, que aplicó severas medidas de ajuste (el fujishock), privatizando empresas públicas. Además, ordenó la disolución del Congreso, una reorganización del poder judicial y la creación de un gobierno de emergencia y reconstrucción nacional, tomando el ejército las sedes de las instituciones del estado.
Su caída se atribuye a que corrompió las instituciones que perpetraron graves violaciones de los derechos humanos, lo que al final lo llevó un largo tiempo a prisión. Vladimiro Montesinos, que manejaba la seguridad del Estado, apareció en videos filtrados a la prensa entregando sobres con grandes cantidades de dinero a políticos, empresarios y otras personalidades. Montesinos, que grabó los videos para asegurar la lealtad de los sobornados, continúa en la cárcel. Pero Fujimori deja una corriente política activa, con su hija Keiko a la cabeza, pues el fujimorismo es una de las fuerzas más poderosas que mueven a la sociedad peruana.