CRECIMIENTO: UN AJUSTE DE CUENTAS

 Viernes 2 de agosto de 2024

                                         

                          Daniel Susskind investigador del King’s College de Londres y de Oxford

Dr. Armando Rojano Uscanga

El Reino Unido hace tiempo que dejó de ser un modelo a seguir en cuestiones económicas y políticas, y después del Brexit enfrenta serios problemas domésticos, de allí que sus legendarias instituciones y sus intelectuales, que antes iluminaban al mundo entero se han opacado, dejando el podio a Japón, Estados Unidos, Francia, Alemania y otros países que han demostrado haber seguido las enseñanzas de sus economistas clásico, de Adam Smith a John Maynard Keynes. Por eso llama la atención el nuevo libro del economista británico Daniel Susskind, “Growth: A Reckoning” (Crecimiento: un ajuste de cuentas), recién publicado. En que maneja una teoría novedosa acerca de “el dilema del crecimiento”, que es la permanente tensión entre la promesa de la prosperidad y el precio de crecer.

La búsqueda del crecimiento está en el centro de la vida económica en todo el mundo, pero según Susskind, esa prosperidad ha tenido un precio enorme que se manifiesta en el aumento de las desigualdades, la destrucción del medio ambiente o el desarrollo de tecnologías desestabilizadoras con efectos aún desconocidos. El investigador del King’s College y del Instituto de Ética en Inteligencia Artificial de la Universidad de Oxford sostiene que la idea surgió en los años 40, con la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno británico tenía que dilucidar cuánto de la economía podía destinarse a la guerra y Keynes desarrolló la teoría del Producto Interno Bruto (PIB) para calcular el tamaño de una economía. Y el crecimiento se refiere a la implacable búsqueda de aumentar el tamaño del PIB.

Hoy el crecimiento económico aparece asociado con casi todas las medidas de prosperidad humana, pero ahora está impulsado por el progreso tecnológico y por nuevas ideas para hacer un uso productivo de los recursos limitados que tenemos, por lo que, si queremos más crecimiento, necesitamos más progreso tecnológico, necesitamos más ideas. El crecimiento económico ha sacado a miles de millones de personas de la pobreza, ha mejorado la salud de las personas, ha mejorado los sistemas de educación. En fin, ha generado prosperidad. Pero hay que controlarlo, pues el crecimiento nos ha llevado a la creación de tecnologías como la inteligencia artificial, cuyo impacto disruptivo en el trabajo y la política no está claro. Entonces, el crecimiento tiene una promesa y un precio, y el precio parece ser alto en algunos casos.

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