EEUU: EN AUGE, HUELGAS Y RADICALISMO SINDICAL

Viernes 22 de septiembre de 2023

Sufre el mayor embate en 50 años

Dr. Armando Rojano Uscanga

Estados Unidos está viviendo un auge de huelgas y radicalismo sindical, no visto desde hace 50 años y empieza a sentir sus consecuencias económicas. La huelga de Hollywood es la visible en los medios, por cara y glamurosa, y además atípica, pues nadie esperaba un movimiento sindical de guionistas y actores, los seres humanos más individualistas que existen, acostumbrados a competir en ellos, sumando 175.000 personas que mantienen el paro desde mediados de julio, que se negaron a promover las películas más grandes del momento, «Barbie» y «Oppenheimer».

En la exitosa compañía postal UPS unos 340.000 empleados estuvieron a punto de declarar un paro total el primero de agosto, pero gracias a un acuerdo preliminar, evitaron una huelga que de haber durado 10 días le hubiera costado US$7.000 millones. Y en julio, el sindicato metalúrgico United Auto Workers anunció que sus 150.000 miembros preparan una huelga a las “Tres Grandes de Detroit (Ford, Stellantis y General Motors) si no cumplen lo acordado para renovaciones de contratos en septiembre.

Según la Universidad de Cornell, en agosto, había 900 huelgas en EEUU, más de 300 en California, el estado que aporta el 15% del PIB de la nación, siendo 2023 un hito histórico para el reavivamiento del sindicalismo, cuando en compañías enormes como Amazon y Starbucks han empezado movimientos sindicales inesperados. La tendencia inició en 2022, con un aumento del 50% en el número de trabajadores involucrados en grandes huelgas, haciendo que el presidente Joe Biden, que se autodenomina “orgullosamente pro-trabajadores”, apelara al Congreso, que puede imponer acuerdos laborales e impedir huelgas de algunos servicios esenciales, para desarmar un movimiento paralizaría a 115.000 trabajadores ferroviarios en diciembre pasado.

El declive del sindicalismo en EEUU. inició bajo el gobierno de Ronald Reagan a pesar de que había sido sindicalista en su carrera como actor. En los años 80 y 90, los sindicatos veían las huelgas como actividades muy peligrosas que desembocarían en su disolución y mejor hacían concesiones y tomaban una posición pasiva, aceptando su debilitamiento en la globalización que transfirió empleos de manufactura fuera de EEUU. Ahora ven las consecuencias de su pasividad.